
Los primeros deportados de Quíos volvieron a Turquía en ese ferry rojo. Fotografía: Daniel Rivas Pacheco
Cientos de refugiados duermen en el puerto de Quíos, protestan por la incertidumbre mientras Grecia ha iniciado las deportaciones
En el puerto de la isla griega de Quíos más de 150 refugiados han acampado desde hace cuatro días para protestar contra las deportaciones. Sus pancartas piden no volver a Turquía y, que se abran las fronteras. El lunes de madrugada, al final de esa dársena, un barco trasladó a las primeras personas a Turquía. En palabras oficiales, este acto se llama “readmisión” en el país vecino de “migrantes irregulares”. La madrugada del 4 de abril fueron entregados a Turquía 66 refugiados.
Según la información del Gobierno griego, en ese primer barco embarcaron 42 afganos, 10 iraníes, 6 paquistaníes, un indio, un somalí, un refugiado de Costa de Marfil y 5 congoleños.
La policía griega apareció a las 04.30 horas de la madrugada del lunes, estableció un cordón de seguridad y trasladó a los refugiados desde el campo de Tabakika hasta el ferry. Los autobuses llenos de personas recorrieron esa calle que separa el mar de las casas del puerto. En el espacio donde suelen amarrar los ferris, muchos refugiados dormían. “Y ahora, ¿quiénes van a ser los siguientes?”, pregunta Abdulbased, un refugiado sirio, de la ciudad de Homs que lleva cuatro días acampado ahí.
La tarde del 3 de abril, las fuerzas de seguridad dentro del campo de detención de Vial “empezaron a separar a los internos por nacionalidades, los sirios en un lado, los afganos en otro y así con el resto de refugiados”, explica Mahmood, un kurdo de Siria. En ese momento, había más de 1.000 refugiados detenidos. Entonces, la policía fue preguntando a cada uno por su número de identificación y cuando localizaban a alguien que estaba en la lista de deportación, lo separaban. “En cuanto supieron que iban a ser enviados a Turquía otra vez gritaron y se pelearon con los agentes, algunos tuvieron que ser esposados”, narra Mahmood, quien tiene un primo internado en Vial. Él, en cambio, consiguió escapar de ahí el 1 de abril, después de que tras varios días de peleas, un grupo de refugiados rompiera la verja del campo.
La fuga de Vial precipitó que el Gobierno griego liberara al día siguiente a más personas. El campo estaba al doble de su capacidad y las peleas entre afganos y sirios se producían a diario. “Yo soy iraní y con mi familia no nos metíamos en problemas, teníamos mucho miedo así que en cuanto pudimos, nos marchamos”, argumenta Bahfar en el puerto de Quíos.
La presencia de refugiados otra vez en la ciudad provocó una manifestación en contra a las puertas del campo de Tabakika, donde la policía ha internado a las personas que quiere deportar. “Dos conocidos líderes de la extrema derecha vinieron el domingo a medianoche con otros vecinos de la isla mientras los voluntarios mostrábamos nuestro apoyo a los refugiados”, narra un activista local. Hubo una carga policial que incrementó la tensión antes de las deportaciones. “He escapado de un régimen fascista como el de Irán, no quiero volver a tener los mismos problemas en Europa”, argumenta Bahfar.
La libertad conquistada
La acampada del puerto de Quíos resiste aunque se va desangrando poco a poco. Cada vez son menos los refugiados que pasan la noche ahí. Según las exigencias de la policía, para continuar con el proceso de asilo tienen que volver a Vial a entrevistarse con las autoridades. “Durante estos días hemos recuperado la libertad que habíamos perdido en esa prisión, no queremos volver a ser prisioneros”, reflexiona Abdulbased. Y, después, pregunta: “¿Por qué toda la gente habla del día 20 de marzo?”. El tratado entre la Unión Europea y Turquía determina que todos los refugiados que hayan cruzado la frontera después de esa fecha, serán devueltos automáticamente.
“Mi mujer, mi hija y yo llegamos aquí el 19 de marzo a las 6 de la mañana. Nos internaron en Vial pero no fuimos inscritos por la policía hasta el 29”, expone Mahmood, el kurdo de Siria. “¿Qué ha pasado con el proceso de asilo?, ¿continúa?”, concluye. Según los datos facilitados por Acnur a las ONG que trabajan en la isla, solo 300 personas habían pedido que se estudiaran sus casos. Ahora, muchos refugiados que están en Quíos piden información, pero la policía responde que los trámites se tienen que hacer en Vial, el centro de detención de donde escaparon.
La policía quiere terminar con la acampada y desalojar a los refugiados. Les intentan convencer con la idea de que en el campo de Souda, otro centro de la isla, estarán mejor. A la vez, presiona para que los voluntarios no repartan comida, agua o ropa a los que continúan con la protesta. “No sabemos si mañana nos deportarán por esto, pero manifestarnos es lo único que podemos hacer, pasaremos hambre y sed pero no queremos rendirnos antes de ser expulsados”, sentencia Abdulbased, un joven que vino desde Homs a Europa.
El reportaje fue publicado originalmente el 4 de abril en Eldiario.es.