La prisión de los últimos días

En el centro de detención de Vial viven más de 1.500 personas encerradas. Fotografía: Daniel Rivas Pacheco

Grecia prepara las deportaciones de los primeros refugiados llegados tras el pacto

En el centro de detención de Vial, en la isla griega de Quíos, los refugiados afganos y sirios llevaban varios días enfrentándose. Caía la noche y empezaban los disturbios. Se acusaban unos a otros de robarse las mantas, los sacos de dormir y la comida. En Vial había más de 1.500 personas encerradas tras una alambrada con concertinas. Su capacidad máxima era de apenas un millar.

El pasado 1 de abril más de 50 jóvenes de las dos nacionalidades se pelearon con palos y piedras justo en el mismo momento en que los policías antidisturbios hacían el cambio de turno: a las 12 del mediodía. “Teníamos miedo, todo el campo estaba destrozado, habían roto los cristales de las casetas donde dormíamos. Así que rompimos la alambrada y nos escapamos”, narra Abdulbased un joven sirio.

Las carreteras de alrededor del centro de detención se llenaron entonces con más de 300 refugiados. Caminaban por los campos hacia la ciudad de Quíos, en columnas, a veces cortando la carretera. Vial quedaba atrás pero no sabían hacia dónde dirigirse. La policía les tomó la delantera y les guió al puerto. Fue más de una hora y media de marcha.

Por primera vez durante semanas, eran libres. Aun así, dentro de Vial se quedó mucha gente que no pudo huir. “No tenemos agua caliente y llevamos una semana sin poder ducharnos, además no es potable y solo bebemos las botellas pequeñas que nos dan 3 veces al día con la comida”, explica Hameed, un refugiado de Afganistán. Vial es un campo de detención en los términos utilizados por la policía griega. Los internos no pueden entrar ni salir y desde el pasado lunes se prohibió a las cocinas solidarias de la isla servir comidas a los refugiados.  “Nos han encerrado como animales pero somos seres humanos”, concluye Hameed.

El 2 de abril los responsables de Vial decidieron trasladar a otro grupo de unos 300 refugiados a las instalaciones de la ciudad de Quíos. Los puntos de acogida estaban vacíos después de que el Gobierno griego movilizara a 1.500 personas en ferris, durante dos días, para enviarlas a otros centros del país. Así, aliviaron la presión en el campo de Vial, donde los voluntarios de la isla calcularon que más del 25% de los refugiados dormían al raso.

En un terreno de piedras y asfalto, las ONG creen que hay encerrados más de 200 niños. “Aguantamos ser prisioneros pero solo quiero pedir que mis dos hijos estudien porque llevamos más de dos semanas aquí y no están recibiendo educación. Y eso puede suponer tener una generación perdida”, argumenta junto a la alambrada de Vial un refugiado de Siria.

La acampada de Quíos

La marcha por las calles de los refugiados durante los dos primeros días de abril se interrumpió en el puerto de Quíos, en una de las dársenas donde amarran los ferris. La policía insistía en desplazarles hasta el campo de Souda, apenas a unos metros de allí. “Nos sentimos libres otra vez, después de haber estado en Vial, no queremos entrar en otro centro”, reflexiona Abdulbased. Los voluntarios les dieron sacos de dormir y mantas y ellos instalaron un campamento.

Ante la llegada de más refugiados al puerto, la policía prohibió el reparto de ropa y de agua. También, desvió los ferris hacia el puerto de Mesta, al sur de Quíos. Más de 300 personas pasan desde entonces la noche ahí, con la esperanza de que un barco les lleve a Atenas, para continuar su viaje. Hay familias enteras, con niños y ancianos. Por su parte, los voluntarios vigilan por si aparece la policía y entretienen a los pequeños.  

En esa dársena, las nacionalidades se han vuelto a mezclar sin que esta vez se hayan producido peleas. Shahrooz y sus amigos han llegado a Europa desde Irán: “Crucé la frontera con Turquía escondido en un camión, solo queremos coger un barco y seguir nuestro camino”.

Los refugiados duermen bajo unas pancartas que piden la apertura de las fronteras. Cada día, se manifiestan para pedir una solución a su situación. Muchos preguntan por una fecha: el 20 de marzo. “Nosotros desembarcamos en Quíos el 18, pero hasta el 21 no fuimos inscritos en el registro de la policía griega”, explica el joven sirio Abdulbased: “¿Sabes qué significa esa fecha?, ¿por qué es tan importante?”, pregunta. Según el acuerdo firmado por la Unión Europea y Turquía “todos los nuevos migrantes irregulares que pasen de Turquía a las islas griegas a partir del 20 de marzo de 2016 serán retornados”.

El pasado domingo, la policía griega trasladó desde Vial al primer grupo de refugiados que van a ser deportados. Fueron internados en Tabakika, una fábrica abandonada que antes sirvió de campo. Mientras, en el centro de detención se produjeron enfrentamientos entre un grupo de afganos y los miembros de la seguridad. La policía había empezado a separar a aquellos que serán expulsados durante los próximos días.

“Desde Siria mirábamos a Europa como un sitio de libertad y de derechos humanos. Estábamos equivocados, esa debía de ser la antigua Europa”, concluye Abdulbased y se marcha hacia el final de la dársena del puerto, con ganas de seguir mañana protestando: porque es lo único que le queda por hacer.

El reportaje fue publicado originalmente en euskera el 5 de abril en Berria.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s