“Necesité 30 años para entender que como gay y musulmán soy igualmente una buena persona”

El imán homosexual Ludovic-Mohamed Zahed. Fotografía Daniel Rivas Pacheco.

Ludovic-Mohamed Zahed es musulmán y gay. En 2012 fundó la primera mezquita inclusiva de Francia: un espacio de oración para los miembros de la comunidad LGTBIQ+ que son rechazados en otros templos.

Hace cuarenta años se celebraron las primeras marchas del orgullo LGTB en el Estado español. La lucha alcanzó un hito con la aprobación en 2005 del matrimonio homosexual. La celebración en Madrid del WorldPride invita a preguntarse por la situación en el resto del mundo. Por ejemplo, en el estado francés, la unión de personas del mismo sexo no se aceptó hasta 2012. Ludovic-Mohamed Zahed (Argel, Argelia, 1977), francés, musulmán y gay, fundador de una mezquita inclusiva, vino a Madrid invitado por el WorldPride para dar una conferencia sobre la comunidad musulmana LGTBIQ+. Su primera sentencia fue directa: “El islam significa paz y respeto a la diversidad”. Su colega Daniel Ahmed, investigador musulmán del estado español, puso los datos: “Hay 75 países que condenan la homosexualidad: solo 26 son de mayoría musulmana”.

La dirección de su mezquita es secreta, ¿tienen miedo de sufrir agresiones?

Claro, podríamos convertirnos en un objetivo para los ataques radicales, como el que vimos contra Charlie Hebdo. Los fieles que quieren acercarse se enteran de dónde estamos a través de amigos y conocidos.

En 2012, el mismo año en que usted abrió la mezquita inclusiva, se aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo en el estado francés. Las manifestaciones en contra fueron numerosas, ¿cree que el pueblo francés es más homófobo que otros?

Francia es un país que se dice ser muy progresista pero realmente hay un conservadurismo no necesariamente religioso, más bien cultural. La Manif pour tous (el principal colectivo que se opuso al matrimonio homosexual) sorprendió a todo el mundo. Esa Francia tan tradicional, tan conservadora, sabíamos que existía pero se mostraron como una fuerza extremista y organizada políticamente. Entendieron que estaban perdiendo la batalla por la integración y por los derechos del colectivo LGTBIQ+.

Usted aboga en sus discursos por la reforma del islam, ¿cómo pretende hacerlo?

Tenemos que aprender de lo que hicieron los curas rojos en Latinoamérica. Ellos pusieron el cristianismo al servicio de los pobres, los olvidados, y lo acomodaron a esa realidad. Después, con el apoyo de las clases bajas fueron contra las jerarquías.

¿Y cómo utiliza el Corán y otras escrituras para reformular la doctrina musulmana?

Por ejemplo, en el Corán se habla de sodomía solo para referirse a Sodoma y Gomorra. En esa época, esta práctica era sinónimo de violación. No era, por tanto, un encuentro sexual voluntario entre dos hombres. No era amor. En cambio, en la Sunna, la segunda fuente teológica del islam escrita a base de los hechos de Mahoma, hay dos o tres hádices (relatos) que aprueban el asesinato de los homosexuales. Y la gente que quiere creer eso, se aferra a esos textos. Los hádices fueron condenados por el propio profeta porque a veces contradicen al Corán. Mahoma nos dijo que Alá nos hizo perfectos, mejores que los propios ángeles.

Puede parecer inútil esforzarse tanto en cambiar una religión, sería mejor abandonarla.

Una parte del lobby gay pensábamos que en un momento dado las religiones desaparecerían, perderían fieles. Pero fue un error. Después entendimos que parte de los discursos homofóbicos vienen de líderes religiosos. Por eso nos dimos cuenta de que era totalmente necesario transformar las creencias.

A su mezquita, ¿asisten también musulmanes heterosexuales?

Sí, vienen a nuestro templo para decirnos que quieren ser parte de ese islam inclusivo que predicamos, aunque sus derechos no están en lucha. Muchos musulmanes abandonamos la religión cuando se produjeron los atentados del 11 de septiembre porque sentimos que estaba en manos de radicales. A la vez, eso nos hizo despertar y, saber que queríamos crear otro islam.

Su colega Daniel Ahmed argumenta que las leyes homofóbicas llegaron a Oriente por influencia de la moral victoriana inglesa.

Sí, en parte fue así. Ellos fueron los que eliminaron de nuestros libros de historia figuras como la de un imán del siglo XVI que era homosexual o la poesía homoerótica. Con la descolonización tuvimos que construir nuevas identidades. Y lo hicimos desde la homofobia que nos habían dejado los países occidentales. Y ahora, a gente como a mí nos llaman traidores a la patria por traer ideas LGTBIQ+.

La sociedad europea cambiará con la llegada de refugiados, muchos musulmanes, ¿tiene miedo de que puedan reforzar las posturas de los imanes LGTBIQ+fóbicos?

El lunes estuve en Madrid, en el barrio de Lavapiés, rezando en una mezquita que está justo enfrente de un bar feminista. Conviven perfectamente. Y eso es porque en Europa llevamos décadas trabajando por la tolerancia sexual. Se consiguió gracias, en parte, a la educación. Los refugiados simplemente han tenido una educación distinta. Yo veo un reto el hecho de que les enseñemos, les mostremos, un islam distinto.

¿Espera alguna medida para mejorar la convivencia de la población musulmana por parte del nuevo presidente francés, Emmanuel Macron?

Tiene algunas ideas interesantes. Por ejemplo, impuestos a la comida halal. Ese dinero se destinaría a la formación de imanes en Francia, nacidos aquí, y que generen su propia manera de ser musulmanes franceses. El control de los líderes religiosos es muy importante. La mayoría son entrenados en Arabia Saudí, Argelia, Turquía, donde se les enseña que las mujeres no son iguales que los hombres o que los homosexuales tienen que morir.

Tras declararse gay, usted abandonó el islam. Después volvió a la fe. ¿Encontró respuestas sobre cómo vivir ambas realidades?

Hace diez años trabajaba con una ONG y me decía a mí mismo: soy una buena persona, no soy un pervertido. Daba mi tiempo, mi salud, a los otros. Pero en mi interior seguían las contradicciones. Necesité 30 años para entender que como gay y musulmán soy igualmente una buena persona. A partir de ahí, descubrí las tradiciones islámicas inclusivas. De acuerdo a algunas lecturas los primeros musulmanes, el profeta, eran inclusivos, no eran homófobos. Para mí fue una sorpresa y dije: ¿por qué nunca he aprendido sobre esto en la escuela? Lo único que nos enseñaron es que las mujeres eran inferiores y que había que matar a los homosexuales. Y eso no viene en el Corán, es una construcción posterior, inventada. Empecé a entender que podía ser auténtico otra vez, auténtico con Dios. Sin caer en la esquizofrenia.

La entrevista fue publicada originalmente en euskera el día 1 de julio en Berria.

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